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Guillem Clua: "Eduardo Campoy apuesta como nadie por el teatro como fuente de nuevas historias para el cine"

El teatro es para Guillem Clua su zona de confort, pero sus relatos le han marcado el camino hasta las salas de cine, una faceta que ha podido experimentar y en la que se siente como pez en el agua. El dramaturgo y guionista catalán está de celebración por partida doble con el estreno de dos historias que nacen de su cosecha: ‘La Bandera’ e ‘Invasión’. 

Guillem Clua vuelve a trabajar mano a mano con el equipo de Álamo Producciones Audiovisuales, junto a Secuoya Studios y la distribuidora A Contracorriente Films, tras adaptar la obra teatral La piel en llamas (2021) dirigida por David Martín Porras. El proceso de llevar ‘Invasión’ (David Martín-Porras) y ‘La Bandera’ (Martin Cuervo) al cine ha sido una experiencia que el guionista compara con “un reencuentro con amigos a los que había perdido la pista” y gracias a la que ha podido conocer más profundamente a sus propios personajes.  

Primero, enhorabuena, en apenas dos semanas se ha estrenado ‘Invasión’ y ‘La bandera’, dos películas que llevan tu nombre, pocos guionistas pueden presumir de ello. 

Es una situación bastante excepcional, si te paras a pensarlo. Si ya es difícil estrenar una película, imagínate dos en un espacio tan corto de tiempo. Estoy muy contento. 

¿Qué han aportado cada una de ellas a tu carrera? 

Las dos películas son adaptaciones de obras de teatro mías, en línea de lo que ya ocurrió anteriormente con ‘La piel en llamas’, también dirigida por David Martín-Porras. Es fantástico que estas historias, que tuvieron una vida exitosa, pero limitada en los escenarios teatrales, ahora salten a la gran pantalla, llegando a muchos públicos nuevos. Las películas dan una proyección extra a mi faceta de guionista de cine, una industria a la que he llegado recientemente. 

Además, ha sido una gran oportunidad 

Lo más especial ha sido revisitar esas historias años después de haber sido concebidas. Ha sido como reencontrarse con amigos a los que había perdido la pista, teniendo la oportunidad de conocerlos mejor y más profundamente. Saltar del formato teatral al cine también me ha permitido contar mejor ciertos aspectos de los personajes o de la trama, lo que siempre es de agradecer. 

¿Eres más de dramas familiares o de ciencia ficción? 

Como autor y guionista, más de dramas, aunque soy un gran fan de la ciencia-ficción y el género fantástico como público. Es un género apasionante que por desgracia se produce poco en nuestro país. Ojalá nos lanzáramos más con él. 

¿Cómo es escribir una misma historia en dos géneros tan diferentes? 

Efectivamente son géneros muy distintos, pero en el fondo las dos tienen mucho en común, ya que hablan de relaciones humanas que todos reconocemos y, sobre todo, del amor. En el caso de ‘La bandera’, del amor familiar y paternofilial, del daño que produce en una familia la ausencia repentina de un ser querido y del papel que desempeñan los mayores en ella. Y en el caso de ‘Invasión’, el amor se convierte en la única salida para que los personajes no se vuelvan locos en un mundo que se ha convertido en un infierno para ellos. Las dos películas son un canto a la humanidad. El género desde el que se abordan solo las diferencia en la superficie. 

¿Dónde te sientes más cómodo? 

He cultivado todo tipo de géneros en mi faceta de autor teatral: comedias, dramas, musicales, espectáculos de danza, cabaret, vodevil… Y como guionista audiovisual he escrito telenovelas, películas de terror, thrillers, comedias románticas… ¡Creo que lo he tocado casi todo! Y eso es lo que más disfruto: cambiar de género y formato constantemente para enfrentarme a nuevos retos y no aburrirme.  

¿Cómo se adapta un guion teatral al cine?  

Es un proceso complejo, ya que de alguna manera hay que volver a escribir una historia que ha sido concebida en un lenguaje distinto. Es como una traducción, pero pasando del lenguaje teatral al cinematográfico. Normalmente una transformación así permitiría incluir tramas secundarias, más localizaciones y más ambición estética, pero en el caso de estas películas no ha sido así. Se ha preferido mantener su esencia minimalista y en ocasiones claustrofóbica. En ningún momento se oculta que parten de obras teatrales y eso se nota. 

¿Dónde se refleja la labor de un buen guionista? 

En contar el mayor número de cosas con el menor número de elementos posibles. La capacidad de síntesis es esencial. Y siempre sin olvidar que estás contando una historia. Es decir, no hay que soltar jamás la atención del espectador.  

Muchas personas que ya han visto la obra de teatro podrían repetir en cines, ¿cuál crees que es el valor añadido que les hará disfrutarla como la primera vez? 

Lo principal serán los actores, que nada tienen que ver con los que las estrenaron. También está la posibilidad de vivir la historia “desde dentro”. En un teatro hay una distancia inevitable. Se vive la historia de otro modo. El lenguaje audiovisual, en cambio, permite una mayor inmersión, poder ver a los personajes llorar en primer plano… La experiencia cambia completamente.  

¿Qué valora más el público?  

Principalmente, emocionarse con la historia que le están contando, que las comedias le hagan reír y los dramas le hagan llorar. Y, si además de eso, cuando sale del cine, reflexiona sobre un tema o dos como los que plantean las películas, genial. Luego esa historia tiene que estar bien vestida, con una buena producción y actores que lo den todo por ella, pero eso ya es secundario. Una gran producción con una mala historia no satisface al público. La historia siempre es lo esencial. 

Ya es la tercera vez trabajando en el equipo de Eduardo Campoy, ¿qué valor diferencial cree que tiene en su manera de hacer cine? 

Campoy ha apostado como nadie por el teatro como fuente de nuevas historias para el cine. Creo que eso es estupendo. 

A qué actor 'Invasión' y 'La bandera' miras y dices… “se escribió pensando en él/ella” 

No elegiría a ninguno en concreto, ya que todos los intérpretes están muy bien. Pero si me haces elegir, en el caso de ‘La bandera’, creo que Aitor y Miquel están estupendos en sendos papeles de los dos hermanos. La dinámica cómica que se crea entre ellos es fenomenal. Y la pareja de prisioneros de Claudia Salas y Álvaro Rico de ‘Invasión’ también pone los pelos de punta en su dramatismo, aunque el contrapunto cómico que sabe darle María Adánez a todos sus papeles creo que también beneficia mucho al film. 

¿Cuál es tu próximo proyecto? ¿En qué estás trabajando? 

De nuevo estoy con un pie en cada lado, ultimando un par de nuevos guiones cinematográficos y empezando a ensayar mi última obra de teatro que se estrenará en Barcelona la temporada que viene. 

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